Para el antropólogo Armando Alcántara, mi hermano, el rebozo es una de las prendas de mayor identidad Mexicana, cuyos diseños y colores están grabados en el subconsciente de los Mexicanos por los rebozos de las abuelas, mamás, tías, vecinas y también por las mujeres cargando a sus bebés o todo tipo de mercancía en la vía pública. Para entender la importancia del rebozo lee su Revisión Histórica, la cual anexamos. En ella narra también el origen de la fiesta anual del Señor del Rebozo, super interesante.
La importancia de El Rebozo es de tal peso cultural que lo encuentras en peliculas, trajes típicos, en la indimentaria de la mujeres, en canciones populares, literatura o canciones. Estos son algunos ejemplos de estas últimas:
LA PATITA Autor: Cri Cri
… La patita, de canasta con REBOZO DE BOLITA
va al mercado a comprar todas las cosas del mandado …
LLORONA Autor: Desconocido
…Tapame con tu REBOZO, llorona
Por que me muero de frío.…
REBOZO DE SANTA MARIA Autor: Estela Nuñez
…REBOZO, REBOZO de Santa Maria
Mestiza que baila llena de alborozo Entre los encantos mil de mi vaquería…
Uno de los rebozos más populares, en lo personal uno de mis favoritos, es el REBOZO DE BOLITA, conocido así no por el diseño, si no por el hilo de algodón con el que se elabora viene en bolitas.
EL REBOZO
Una Revisión Etnohistórica
Armando Alcántara Berumen
El Rebozo como cualquier prenda de la indumentaria indígena de México, tiene sin lugar a dudas un origen prehispánico y es un elemento muy arraigado en la cultura de los pueblos del país. Esta pieza textil por su función en la vida cotidiana de la mujer mexicana, ha tenido un largo proceso de cambios y adaptaciones a lo largo de su historia.
La creación del rebozo se gestó en el México antiguo, se fue adaptando a múltiples cambios culturales, sociales, económicos y se puede decir que hasta políticos.
El rebozo se ha considerado como un símil o como la adaptación mexicana del mantón español, también se ha dicho que tiene una influencia de las mantas de la India llamadas chunni o dupatta, así como de la reminiscencia árabe en los españoles y por consecuencia traída a México después de la conquista.
Para sustentar el origen del rebozo, así como su originalidad qué es el punto de interés de este artículo, antes que nada, debo hacer referencia a las fuentes históricas como la Historia General de las Cosas de la Nueva España del padre Sahagún, así como de los códices Mendocino, Florentino y sobre todo de la Matrícula de Tributos para determinar y sustentar la finalidad de esta investigación.
En Mesoamérica, existía una prenda textil elaborada con diferentes fibras, esto es dependiendo del periodo al que nos refiramos, se manufacturaba en el telar de cintura y eran lienzos rectangulares parecidos a los rebozos actuales, pero sin las puntas o rapacejo. Sobre estas tiras de algodón llamadas mantas el fraile franciscano Sahagún nos detalla el uso que tenían, y en los códices mendocino y Florentino podemos encontrar imágenes que refieren a la descripción del padre Sahagún. También al analizar las esculturas femeninas de diferentes épocas prehispánicas encontramos estos elementos como parte de la indumentaria.
En la vida diaria de los pueblos del México antiguo, estas mantas servían para cargar a los niños pequeños sobre la espalda, también tenían una función en las labores domésticas y en el campo ya que servían para minorar el peso y facilitar la carga. De igual manera cumplían una función en la vida ritual, por ejemplo, en la cultura de varios pueblos cuando una mujer contraía matrimonio la madre cargaba a su hija en la espalda hasta la casa del novio utilizando una manta de algodón. (Sahagún).
Ya con la llegada de los españoles, hay una transformación de estas mantas, con las Ordenanzas de Audiencia de 1582, existe una prohibición hacia las mujeres afrodecendientes, mulatas y mestizas de no poder usar indumentaria de los indios naturales. (Del Barrio,1920). Es con esta Orden y el momento en el cual considero que surge el rebozo y el traje mestizo femenino en México y las tiras o mantas de algodón se transforman.
Otra influencia dentro de la historia del rebozo la determinan los misioneros, ya que las mujeres tenías prohibido asistir a la iglesia con la cabeza descubierta.
En 1757, en las Ordenanzas de Gremios, se específica como deben hacerse los “paños o tiras de rebozo, chapanecos, petatillos y rejadillos” (ibídem).
El rebozo de mayor uso en esta época era el azul marino teñido de añil con rayas blancas y azul pálido, que mostraban en sus flecos o rapacejos dibujos de flores, vegetales y animales hechos con hilos de colores que remitían a la utilización de la pluma en el textil indígena. La región purépecha fue donde predominó este tipo de rebozos.
En varias regiones indígenas de México como lo son la Sierra Norte de Puebla, los Altos de Chiapas y en varias zonas de Oaxaca, las tiras de algodón antes mencionadas por el padre Sahagún siguieron en uso hasta principios del siglo XXI. Por ejemplo, en el pueblo de San Andrés Tzicuilan, en la Sierra Norte de Puebla, esas tiras de algodón reciben el nombre de mamales o mamal, que se deriva de “mamalli” que significa “cargar”, esta prenda es una tira de algodón en forma de rebozo, pero sin las puntas, por la década de 1980 se hacían con algodón blanco o “ixcatl” (Gossypium hirsuntum) y el algodón coyote o coyoixcatl Gossypium mexicanum) que es de color café. En esta misma región a mediados del siglo XX, antes de que se incorporara la blusa en la vestimenta femenina, se utilizaba una tira de algodón con los colores mencionados y le daban el nombre de “pochmamal” y servía para sostener los pechos de la mujer en las actividades domésticas. Esta prenda se encuentra en desuso en la comunidad.
Para el siglo XVIII los principales centros reboceros de México eran, Chapa de Mota en el Estado de México, Acaxoxhitlán y Altepex, Puebla; Yalalag en Oaxaca y Santa María del Río en San Luis Potosí.
En la actualidad la elaboración de rebozos se lleva a cabo mediante varias técnicas en los pueblos indígenas con tradición textil se utiliza el telar de cintura y el telar de pedal o lanzadera y no está por demás mencionar los rebozos elaborados por la industria textil, que por fortuna no ha desplazado las técnicas tradicionales.
Una parte muy importante del rebozo es el rapacejo o fleco, éste se lleva a cabo con la técnica de anudado o macramé. Hay varios tipos de rapacejos: de Jarana, de rejilla o petatillo; algunas veces llevan en nombre de sus portadoras. En el siglo XIX también se le llamó al rapacejo puntas enchiladas o puntas caladas.
Existen rebozos elaborados con diversos materiales como son el algodón, la lana, la seda, la artícela, con hilos de acrilán y de telas industriales. Los rebozos tradicionales elaborados con seda pesan alrededor de 750 gramos y pueden pasar por un anillo, son los llamados “rebozos de bolita” que cuentan con 7,200 hilos en la urdimbre.
También existen técnicas de teñido muy particulares que utilizan los centros reboceros como Santa María en San Luis Potosí y Tenancingo en el Estado de México, esta es la técnica de reserva o Ikat la cual consiste en anudar los hilos de la urdimbre antes de ser teñida. En Tenancingo se elaboran los rebozos llamados zurdos, de greca, listados y reservistas pue como su nombre lo indica se reservan lugares donde se tejen flores, letras y otros motivos.
En algunos centros reboceros denominan los “rebozos de labor” a las prendas elaboradas en telar de pedal y se les nombra de diferentes maneras de acuerdo a su color y su diseño: de palomitas, arco negro, arco blanco, labor doble, y laborcita. Es tan amplio y complejo todo lo que implica la elaboración de los rebozos tradicionales: su técnica de tejido, el teñido, el tipo de material, el nombre que se le da por su color y técnica de manufactura, y el tipo de rapacejo.
En el archivo de notarías se pueden encontrar varios testamentos con valuaciones de rebozos desde el siglo XVIII, por ejemplo, en Zitacuaro, donde se menciona un rebozo Salomónico negro, con fleco de plata valuado en siete pesos. Un rebozo de la Sierra, un poblano, un sandía, dos rebozos de coapastle, un sutlalpeño negro, otro azul uno de nacar con punta de oro, otro mexicano de seda y oro y otro corriente de Ozumba; todo esto en el testimonio de pertenencias de Doña Nicolasa de Solís.
En otros testamentos podemos encontrar otro tipo de nombres de rebozos: los poblanos, de farol y columbinos o llamados grises de paloma. Otros se denominan dorados, que eran listados en franjas negras, blancas y azules. Los tornasoles de varios colores. El jamoncillo de color púrpura pálido; el calandrio color ocre; cuapaxtle que es ocre más fuerte; el garrapato o coyote de color café moteado con blanco. En Yucatán son populares el rojo quemado y el maravilla de color amarillo oro.
El rebozo es fiel testigo participante en la historia de México, lo podemos considerar como un símbolo textil de identidad nacional. En la literatura mexicana también ha tenido un lugar preponderante, se menciona en corridos, canciones y dichos populares como por ejemplo en este:
“No me mates con acero,
Por qué el acero es resgoso,
Mátame con un suspiro
Debajo de tu rebozo”.
Muchos escritores y poetas escribieron sobre el rebozo: Ramón López Velarde, Manuel Payno, Guillermo Prieto y Julio Guerrero quien ubica y contextualiza al rebozo de la mejor manera y de una forma nostálgica:
“Debajo del rebozo se oculta la cabeza desgreñada, la camisa de dos semanas, la falta de abrigo para el cuello, la del corsé, la del corpiño, y las mangas; oculta las líneas del talle, obliga al espectador a prescindir de todo examen; no es una pieza que viste, sino una funda que impide que se vea; sirve de sombrero, de abrigo, y de paraguas; si llueve la propietaria se cubre la cabeza no para no mojarse, sino para aprovechar el agua filtrada; si hace frío el rebozo tapa la nariz, no para abrigarse, sino para hacerse la ilusión de que se defiende del frío, respirando su propio aliento; si hace calor, cae de la cabeza y de la barba; si se trabaja, no se dejan caer las puntas; si se recibe una declaración amorosa, el rebozo se lleva a la boca con la mano: esta es la mímica obligada del pudor; si se roba algo se esconde debajo del rebozo; si se tiene un niño es rebozo es cuna, vehículo y abrigo, venda, hamaca, regazo y biombo”.
Dentro de la música no pudo faltar su homenaje, así como en la pintura el rebozo está dentro de todas las artes, por qué el tejerlo es un arte y el saber portarlo un gran arte.
A esta prenda tan importante que es parte de la indumentaria de los pueblos originarios y de muchos sectores tan diversos de México no podía faltarle su fiesta. Y es costumbre que cada primer viernes de marzo en el templo de Santo Domingo, en la Ciudad de México se venere al Señor del Rebozo. Ésta imagen antiguamente se encontraba en la iglesia de Santa Catalina de Sena, junto al convento de las dominicas, lugar donde se originó la leyenda del Señor del Rebozo:
“Hubo en el convento una religiosa humilde y fervorosa. Tenía esta hermana la costumbre de visitar diariamente la imagen de un Nazareno con la cruz a cuestas, y se complacía pasar largas horas ante él orando. Al cabo de los años, la monja enfermó y su corazón se llenó de tristeza al pensar que no podría realizar su acostumbrada visita al Cristo. La religiosa pidió al Cristo que la visitara y este llegó esa noche a su celda; el Cristo le dijo: “he venido a verte por qué estás sola y enferma”.
Esa noche caía una tormenta y el Cristo se despidió de la monja y ella le dijo: no salgas ¿Cómo ha de mojar la lluvia tú sacrosanta cabeza? nada tengo que ofrecerte mira cuán pobre es tú sierva, pero toma este rebozo de mi santo amor en prenda.
A la mañana siguiente, las demás religiosas encontraron a la hermana muerta en su celda. Mientras que, en la iglesia dentro de su nicho, el Cristo mostraba sobre los hombros el rebozo de la monja muerta. Desde entonces la imagen es venerada bajo la advocación conocida y es una costumbre que “si ante el Señor del Rebozo treinta y tres credos se rezan de tres Gracias que le pidan una Gracia nunca te niega”.